El destino a veces es caprichoso, sobre todo en Córdoba, una ciudad que nunca deja de sorprendernos con fenómenos improbables. Como el de la boda de Ana y Silverio. Un «sí, quiero» que tuvo que celebrarse bajo la lluvia en pleno mayo cordobés.
Puede que Lori Meyers tuviera razón en eso de que «siempre brilla el sol», porque Ana y Silverio incluso pasados por agua fueron capaz de brillar con luz propia, con o sin sol, en el día más importante de sus vidas.